Alrededor de 50 mujeres al año son asesinadas por sus parejas, ex parejas, convivientes o esposos en Chile. Y los medios de comunicación suelen recoger estos casos para difundirlos, recurriendo a un término bastante escuchado por las y los chilenos: femicidio.
Pero rara vez nos explican el origen y utilidad de este concepto, por lo que es general ver a lectores comentando “¿acaso van a inventar el ‘hombricidio’ ahora?»
Para empezar, en nuestro país la palabra comenzó a utilizarse antes de que tuviera sustento legal: la ley que modificaba las penas para estos tipos de asesinatos fue promulgada en 2010, pero los periodistas ocupan la palabra desde el 2007. Según la investigación de Claudia Lagos [1], el primero en recoger el término fue Diario La Cuarta, el 21 de marzo de 2007 (“A femicida le entró todo el cuco y se entregó solito a la justicia”).
El problema es que, entonces y hasta hoy, la mayoría de los medios de comunicación lo ocupaba como un recurso descriptivo: es decir, la palabra estaba allí para explicar que se trataba del homicidio de una mujer, sin recoger la dimensión política y de desigualdades de género que el concepto encierra. Las mismas entrevistas que llevó a cabo Claudia Lagos en 2008 [1] revelaron lo desinformados que estaban muchos periodistas:
“Cuando se empezó a hablar del ‘boom’ del femicidio, había debates y los editores decían ‘¿qué es femicidio?’, es un homicidio no más, no vamos a poner masculinicidio, niñocidio, es como una cuestión de vocabulario”– Periodista de Las Últimas Noticias.
“Se fue acuñando, se copió el término, pero se siguió ocupando, aunque técnicamente no es bueno ocuparlo, porque sigue siendo un asesinato; que lo pongan femicidio, infanticidio, es un asesinato como son todos”– Periodista, hombre.
Pero el femicidio no es un asesinato como cualquier otro, primero, porque el agresor conoce íntimamente a su víctima; segundo, porque el agresor puede tener una conducta intachable con el resto de la sociedad –muchos no tienen antecedentes y por eso siempre que entrevistan a una vecina, suele decir que era «buen cabro»-; y tercero, porque su objetivo no es robarle ni dañarla –como sí ocurre en un asalto callejero-, sino que someterla.
Como explica el investigador español Miguel Lorente Acosta [2], el hombre femicida busca “aterrorizar y aleccionar a la mujer para que esta aprenda qué pasa si no sigue los patrones de conducta que él establece para esa relación (…) el terror se convierte en un instrumento de presión muy útil para el agresor”.
Entonces, ¿qué es el femicidio?
Desde el punto de vista de la justicia chilena, “si la víctima del delito es o ha sido el o la cónyuge o conviviente de su autor, el delito tendrá el nombre de femicidio, teniendo la misma sanción que la del parricida, que va de 15 años y un día a presidio perpetuo calificado”.
Como se desprende de la ley 20.480, debe existir una relación íntima comprobable para que rija: haber vivido juntos en el mismo lugar, estar o haber estado casados o tener hijos en común. Este mismo detalle ha sido duramente cuestionado, ya que, por ejemplo, si una mujer joven es asesinada por su pololo y aún no tienen hijos, el hombre será sancionado como cualquier otro homicida. Además, es una pena meramente «simbólica», ya que ni siquiera acarrea más pena que un homicidio común.
Pero el origen de la palabra es muy distinto al del concepto legal chileno. Como explica Izabel Solyszko [3] en un artículo, el término fue acuñado por Diana Russell en 1992 y lo usó para referirse a las víctimas de aborto inseguro. “Después continuó utilizándolo para investigaciones acerca de la violencia sufrida por las mujeres, en especial, los asesinatos cuya causa evidenciaba violencia de género”.
Posteriormente, la antropóloga mexicana Marcela Lagarde hizo la traducción al español como “feminicidio”. Para ellas, usar esta palabra era poner en evidencia el machismo y a la misoginia como responsable de la muerte de estas mujeres: “Decir femicidio o feminicidio implica referirse a un fenómeno social, cuya causa no está aislada de la estructura social y por lo tanto es un término teórico y con sentido político” [3].
También, el objetivo de esta palabra es eliminar la ambigüedad de términos asexuados como homicidio y asesinato. Por ponerlo en palabras más simples: no es lo mismo morir en un asalto en el que otra persona que ni te conoce intenta apoderarse de tu billetera o morir en una guerra donde todos tienen instrucciones de matar, que morir dentro de tu casa por los golpes que te propinó el hombre que dijo amarte. Esto es lo que busca apuntar este concepto.
Este tipo de violencia es ejercida, mayoritariamente por hombres, y cuando estos “se sienten amenazados o desafiados (…) típicamente se sienten con el derecho de usar cualquier fuerza que sea necesaria para mantener su poder”, como explica Diana Russell [4].
¿Y por qué siempre se centra en las mujeres? Porque, si bien existen casos de hombres víctimas de violencia doméstica, la mayor parte de las víctimas son mujeres. Según la Organización Mundial de la Salud, el 68% de las muertes de mujeres en el mundo se deben a la violencia de género.
En nuestro país, 1 de cada 3 declara sufrirla y, como las mujeres comprendemos la mitad de la población, esto significa que alrededor de 1/6 de la población nacional sufre violencia. Por eso, es importante aprender a identificarla desde su origen y conocer las raíces de este problema.
Referencias bibliográficas
[1] Lagos Lira, Claudia (2008) El feminicidio según la prensa chilena: Otra forma de violencia contra las mujeres. Tesis para optar al grado de magíster: Universidad de Chile, Santiago, Chile. Recuperado desde: http://www.ciegchile.com/wp-content/uploads/2014/05/cs-lagos_c.pdf
[2] Lorente Acosta, Miguel (2001) Mi marido me pega lo normal. Agresión a la mujer, realidades y mitos. Barcelona: Ares y Mares.
[3] Solyszko Gomes, Izabel (2013) Femicidio y feminicidio: Avances para nombrar la expresión letal de la violencia de género contra las mujeres. Texto producto de la estancia doctoral de Solyszko en México: Programa Universitario de Estudios de Género, UNAM. Recuperado desde: http://bvirtual.ucol.mx/descargables/784_femicidio_feminicidio_23-42.pdf
[4] Russell, Diana y Harmes, Roberta (2006) Feminicidio. Una perspectiva global. México: CEIICH/UNAM.
[5] Lagarde, Marcela (2006) Prefacio. En Russell, Diana y Radford, Jill . Feminicidio. La política del asesinato de las mujeres. México. CAIICH/UNAM.
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