Por Consuelo Herrera
La actual crisis sanitaria ha tenido diversas consecuencias en nuestra vida, pero uno de los elementos que ya hemos posicionado y que creemos relevante profundizar es el trabajo. Junto con ello, todas las actividades asociadas a él y las múltiples labores que ejercemos en el día a día.
La mezcla entre la pandemia y tener que seguir realizando las tareas relacionadas al trabajo remunerado y no remunerado (sobre todo desde las mujeres), se encuentra con una nueva carga, la que está relacionada a una serie de mensajes alusivos a “aprovechar la cuarentena”, ya sea aprendiendo cosas nuevas, tomando clases, practicando una nueva disciplina, etc., pero ¿no tenemos derecho a pausar en medio de la crisis que estamos viviendo?, ¿es que acaso no basta con tener que trabajar remuneradamente y no remuneradamente desde el hogar?, ¿qué pasa con todas las personas que se ven obligadas a salir a trabajar y ni siquiera cuentan con ese tiempo para “las nuevas actividades”?
Creo que el capitalismo y el patriarcado no pierden tiempo para generar nuevas formas de hacernos producir, exigiéndonos que, en medio de una situación grave a nivel de salud, nuevamente tengamos que ponernos metas y exigirnos, al parecer la nueva premisa es “quién hace más cosas durante la cuarentena”, cuando lo que debería primar es no tener que preocuparnos si el empleador nos quita o no el trabajo, tener garantizadas condiciones óptimas para atención en salud, o que las cifras de violencia contra las mujeres y niñez no sigan subiendo. Pero, la subjetividad imperante propia del sistema en el que estamos inmersas/os, siempre logra hacerse lugar y es eso lo que considero importante cuestionar.
No estamos obligadas/os a cumplir estándares que nuevamente se imponen, sino que a seguir rutinas que nos permitan tener un bienestar físico y psicológico. Si tenemos tiempo dentro de estas largas jornadas, que hoy no tienen límite y que incluso se expresan con una sobrecarga, como ya hemos dicho, en el caso del teletrabajo, el que se conjuga con el trabajo doméstico, de cuidados y crianza, ocupémoslo en beneficio de lo que continuamente dejamos de lado: nuestras vidas y las de los demás, es decir, tenemos derecho al ocio, recrearnos y ocupar nuestro tiempo en lo que realmente queramos o deseemos hacer.
Considero prioritario que hagamos el ejercicio de dejar de lado los patrones que nos imponen constantemente el “producir”, es por ello que nos invito a encontrarnos (virtualmente, o al menos siguiendo las normas de distanciamiento social) y no dejar que el aislamiento nos haga abandonar la idea de otros mundos posibles, ya que está claro que este modelo con sus lógicas que continuamente ponen por encima la economía por sobre la vida de las personas, ya no funciona y por lo mismo no hagamos caso a las “nuevas obligaciones” que se nos otorgan.
Cuanto producimos no define lo que somos ni lo que valemos como sujetxs y esto lo planteo sobre todo en caso de las mujeres, encargadas generalmente de hacerlo todo y tal como se ha mencionado con anterioridad, son quiénes son responsables de la reproducción de la vida, por lo que continuamente siempre se están definiendo por su quehacer, es decir, el trabajo que realizan en todas las esferas de su vida, por supuesto que abrirse a este debate es complejo, sobre todo paras las mujeres más pobres que tienen que continuamente estar cuestionándose cómo llegar a fin de mes y lidiar con las miles de tareas que deben realizar, pero por lo mismo es necesario dejar de instalar nuevas formas de explotación, para seguir soñando con más y nuevas estrategias que permitan nuestra liberación.