¿En qué espacios se ha situado a la mujer a lo largo de la historia? ¿Cuáles son esos lugares comunes y privados en los que se le ha “permitido” estar? ¿En el hogar, en la cocina, en la cama, callada, sumisa, virgen, pura o puta,  como hija, como amante, como madre, como objeto? Si lo pensamos, cada una de estas preguntas supone una visión totalmente “masculina”, patriarcal y hegemónica, porque lamentablemente nos hemos tenido que sumir así, a esa doctrina desde el rol inferior como propiedad de un hombre: el padre, el esposo, los hijos y dios.

Ante ese mismo rol que hemos tenido que asumir silenciosamente, el arte aparece como evidencia y representación de esas realidades, de esos estereotipos que se han mantenido en torno a lo que corresponde con lo “femenino”, con lo “propio de ser y nacer mujer” y toda la violencia de género de la que somos víctimas. Es por ello que «La maté porque era mía: El cuerpo como posesión o como afrenta» (2018) es una exposición que nos viene a proponer desde las artes visuales una relectura de las obras que la Pinacoteca de la Universidad de Concepción posee.

«La mate porque era mía», es frase típica de los femicidas para justificar su crimen y es por eso que esta exposición pone en cuestionamiento esas palabras y las obras que por muchos años han sido medio para retratar, exhibir, y normalizar la violencia hacia las mujeres. De esta forma, se instala un debate, un punto de encuentro para cuestionarnos, juzgar lo que vemos y lo que creemos como verdad.

 

La exposición “La maté porque era mía” El cuerpo como posesión o como afrenta se inauguró el presente jueves 15 de noviembre, en la Sala Julio Escámez de la Pinacoteca de la Universidad de Concepción, cuyo cargo de curatoría lo tiene Sandra Santander Montero (curadora de la Pinacoteca), Cecilia Pérez Díaz (asistente social) y Ximena Cortés Oñate (periodista cultural).