El pasado mes de junio, se llevó a cabo la IX Conferencia de Estados Parte de la Convención Belém do Pará, el histórico tratado interamericano que, desde su adopción hace 30 años, promovió el abordaje de la violencia contra las mujeres en el ámbito público y privado como una violación a los derechos humanos. Esta se llevó a cabo en la sede de la CEPAL en Santiago de Chile.

En este contexto, como ONG Amaranta fuimos invitadas a exponer sobre la violencia de género facilitada por tecnologías. Asistieron Karen Vergara y Cecilia Ananías. Te compartimos la declaración que dio nuestra compañera, Cecilia Ananías Soto, quien es periodista, magíster en Ciencias de la Comunicación y nuestra directora de Proyectos (transcripción abajo):

En ONG Amaranta decidimos empezar a investigar y educar en torno a violencia de género facilitada por tecnologías, lamentablemente, porque nos ha afectado a nosotras, a nuestras amigas, a nuestras hermanas. Cuando recién empezaba la ONG, ocurrió el Caso Nido, este foro misógino que subía las fotografías junto a la información de mujeres. Me gustaría decirles que ha mejorado la cosa con el tiempo, pero cuando venía de camino hacia acá, a Santiago, me avisaron en grupos de mujeres que habían detectado un grupo de Telegram con 400 suscritos, donde nuevamente clasifican imágenes e información de mujeres con categorías tan horrorosas como «liceanas», «uniformadas», «universitarias», «carretes», además de clasificaciones por comunas. Da lo mismo si estás trabajando, si estás de fiesta o te estás educando: te puedes convertir en objeto sexual y ser difundida en el espacio digital.

Estamos principalmente ante dos problemas: por un lado, tenemos un vacío legal. Hay un proyecto de ley, pero que todavía no ha sido promulgado. Y yo agregaría que hay otro problema, que abordamos mucho como ONG Amaranta, y es que no hay educación sexual integral, al menos de forma transversal en nuestro país. Y, por ende, los cuerpos de las mujeres y las niñas son percibidos como un objeto cualquiera a coleccionar en Telegram, foros, etcétera.

Tras trabajar con más de 1.600 estudiantes y 100 docentes, identificamos que el ciberacoso sigue siendo una de las violencias más frecuentes junto al grooming, control digital en las relaciones y ciberacoso a través de grupos de confesiones. Son una constante, no solo en el Biobío, en todo el país. Hemos detectado caso de jóvenes con crisis de pánico que no quieren volver al liceo donde estudian, porque suben fotos humillantes de ellas. Establecimientos que no saben hacer y que, a veces intenta procedimientos legales, que quedan dando vueltas en círculos.

Nosotras hemos realizado mucha investigación para levantar aquellas cifras que no están tan disponibles. Por ejemplo, el año de la pandemia, en 2020, entrevistamos a unas 500 mujeres de distintos puntos del país, incluyendo todas las regiones, y corroboramos que la violencia facilitada por tecnología tiene efectos a nivel emocional, de autoestima y relación con su cuerpo -bastante permanentes-, da sensación de hipervigilancia, da inseguridad, problemas psicológicos, aislamiento y problemas de salud física.

Además, junto a ONU Mujeres y Datos Protegidos, también ese año 2020, estuvimos investigando cómo afectaba la violencia a niños, niñas y jóvenes de tres regiones de Chile y un 28% de las niñas y las adolescentes declaró que afectó su autoestima de forma bastante permanente. En general ellas sentían rabia, asco, tristeza, risa, miedo y ansiedad. Y un 11% de ellas pensaron en hacerse daño tras haber sufrido esta violencia.

Son responsables tanto los Estados, las plataformas, como también comunidades. Distintas agrupaciones de la sociedad civil estamos intentando incidir para cambiar esta problemática, pero para eso también necesitamos apoyo y presupuesto. Muchas gracias.