Hablar de niñez no es fácil, porque permanentemente parece una discusión entre adultos que discuten con rimbobantes términos y conceptos. Pero, para hacer esto más simple, podemos tratar un elemento fundamental que nos permite comunicar, jugar, enseñar/aprender junto a las infancias: el cuento.

“El cuento infantil es una serie simple y lineal con escenarios descritos muy brevemente, cuyos personajes están brevemente caracterizados y realizan acciones muy claras para el niño y niña y con un final adecuado a la sucesión de los hechos. Los cuentos se irán adaptando a la edad del lector porque cada edad necesita una motivación diferente.” (Revista digital para profesionales de la enseñanza, 2009)

Cuentos 2Esta sería la definición base de un cuento, pero debe sumarse a ello la capacidad de transmitir valores (o anti valores, como estereotipos de género, raza y clase), propiciar la capacidad creativa (o limitarla) y así también, disfrutar de un espacio basado en la comunicación y escucha de todas las personas que participan de él.

Los cuentos infantiles tienen, generalmente, una manera simple de dar un mensaje a las futuras generaciones, es por esto que se hace necesario preguntarnos: ¿el cuento que estoy leyendo aporta realmente al crecimiento de la/él/le niño? Por supuesto que este mensaje no lo hará si se piensa desde un plano adultocéntrico, gris y bajo nuestras propias lógicas, pero lo que aquí se propone es el goce de una historia que sea estimulante, pero a la vez consciente.

Cuentos 4Hoy existen una gran cantidad de historias que han sido capaces de desafiar a los cuentos tradicionales y proponer otros distintos que sean capaces de poner en jaque roles preestablecidos, cuestionar estereotipos e imaginar otros mundos, pero también hay que responder a nuestro propio contexto como país y ver que, al analizar dicha situación en lugares marcados por la pobreza y la exclusión, nuevamente nos encontramos con historias de princesas aburridas en su torre y que esperan a su príncipe durante de miles de años mirando el techo.

La pregunta entonces es, ¿cómo llegamos a esas infancias que no pueden acceder a estos nuevos cuentos? El 71% de la niñez en nuestro país declara haber vivido algún tipo de violencia (UNICEF, 2012), por otro lado no podemos olvidar la grave situación de los miles de niñas y niños en SENAME, como así también se debe mencionar a la niñez mapuche en el contexto de militarización del Wallmapu y finalmente, es imposible dejar de nombrar el caso de las/os 10 niñas/os de Coronel que poseen metales pesados en su sangre, debido a la contaminación proveniente de las termoeléctricas. Es por esto que se deben hacer esfuerzos por llegar a dichos contextos y es ahí donde el cuento, debido a su potencial didáctico y transformador, puede ser una gran alternativa.

Cuentos.jpgEs por ello que nos encontramos con una inmensa tarea, hablarle a la niñez de la posibilidad de crear otros mundos, en base a las miles de injusticias del sistema actual, pero así también hacerlo de una manera cercana, amena y creativa. Sabemos que esto es difícil, los extensos y agotadores regímenes laborales de las personas que están a cargo de las nuevas generaciones, las pocas horas que existen para compartir con las personas del núcleo más cercano y el difícil acceso (debido a los precios) de los libros que intentan mostrar historias distintas, hacen que no sea un desafío que dependa sólo de las voluntades de la gente, sino que ha de ser una tarea de toda la sociedad en su conjunto.

Pensar una niñez libre, digna y feliz, es atrevernos a crear una historia diferente como país. Esto puede comenzar con algo tan pequeño como la posibilidad de imaginar un cuento distinto, que nos diga que efectivamente las cosas pueden ser de otra manera, porque ¿es este el mundo que realmente queremos dejarles a las nuevas generaciones?

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